Tras Bernardo Soares y
Alberto Caeiro, los heterónimos que ya conocía de Fernando Pessoa,
busqué una obra para leer de Álvaro de Campos. De Campos es el
heterónimo de Pessoa más conocido, y también quizá el más
prolífico. Su vida y su muerte fueron imaginadas por el autor, y
hasta su literatura y su temática evoluciona a lo largo de su
„vida“. Tanto escribió y tan distinto, que fue difícil
decidirme por una obra. Pero los Reyes Magos me trajeron una
Antología de Visor de Poesía (en versión bilingüe) que, con mil
páginas (quinientas en realidad, pues los poemas aparecen duplicados
en los dos idiomas), ha resultado ser una maravilla.
Decía el prólogo de
este Libro de versos que, al igual que Soares es cuasi-Pessoa, y
Caeiro era el maestro, de Campos es quien a Pessoa le hubiera gustado
ser. En sus labios puso críticas a autores contemporáneos suyos,
como si dijera lo que él mismo temía decir, y sobre todo en sus
primeros versos rebosa deseos de vivir, de viajar, de sentir, que le
hacen mucho más atrevido que a su „padre“.
Álvaro de Campos quiere sentir todo lo posible, experimentar todas
las sensaciones que pueda, para concentrar el universo en sí mismo,
para conocer a toda la humanidad. Él era ingeniero naval, y escribió
mucho, pero sólo fue publicada en vida de su autor una pequena parte
de su obra. Por eso publicar a Pessoa requiere estudio, respeto,
interpretación: a su muerte dejó su obra sin ordenar y son sus
expertos los que deciden cómo creen que hubiera publicado Pessoa los
versos que nos ocupan.
Pessoa en Lisboa (trip advisor) |
No sé si es mi capacidad
de empatía lo que me hace sentir debilidad por Pessoa, o ese deseo
tan mío de sentirme cerca de los demás, a veces tan difícil con
estas vidas de apariencia y superficialidad que llevamos. Ese ritmo,
y ese deseo de supervivencia también que nos hace olvidar que como
seres racionales debemos buscar y discutir sobre el sentido (o no) de
la vida. Cuando de Campos habla de que somos barcos, o de la ventana
por la que observa el estanco, siento pena, por él y su pesimismo,
pero también admiración por poner palabras a sentimientos no tan
ajenos a todos nosotros. Quizá me haya gustado de Campos también
por esos poemas sobre la ciudad de Lisboa, símbolo de su infancia
anorada, por esas palabras sobre la ciudad a la que vuelve que ya no
es la que era, como no lo es él mismo, porque al volver ni la ciudad
ni la persona son ya como eran al marchar.
Os dejo varios
fragmentos, de distintas etapas y poemas. Por supuesto, leed Estanco,
u Oda marítima, o cualquier poema que hable de Lisboa y de los
viajes, la marcha y la llegada. Si esta Antología es demasiado larga
probad con alguna más corta: leer el Libro de versos que he leído
yo es quizá un poco exagerado si no os gusta mucho la poesía, o
Pessoa en sí, pero si os decidís la verdad es que es tan variado
que casi seguro os identificáis con alguno de los poemas.
Salutación a Walt
Whiltmann (fragmento)
Abran, abran todas las
ventanas!
Tiren abajo todas las
puertas!
Empujen la casa sobre mí!
Quiero vivir libre en el
aire,
quiero gesticular fuera
de mi cuerpo,
quiero escurrir como la
lluvia por las paredes,
quiero ser pisado en las
calles largas como las piedras,
quiero descender, como
las cosas pesadas, hacia el fondo de los mares,
con una voluptuosidad
ajena a mí!
Oda marítima (fragmento
sobre el miedo y la ilusión de partir)
Ah, la frialdad de las
mananas en que se arriba
y la palidez de las
mananas en que uno parte,
cuando nuestras entranas
se encogen
y una vaga sensación
parecida al miedo
(el miedo ancestral de
alejarse y partir,
el misterioso recelo
ancestral de la Llegada y lo Nuevo)
nos encoge la piel y nos
acongoja
y todo nuestro cuerpo
siente angustiado,
como si fuese nuestra
alma,
unas inexplicables ganas
de poder sentir esto de otra manera;
una nostalgia por algo,
una perturbación de
afectos por no se saber qué vaga Patria,
a qué costa, a qué
barco, a qué muelle?
Que nos enferma el
pensamiento,
y sólo queda un gran
vacío dentro de nosotros,
una hueca saciedad de
minutos marítimos,
y una ansiedad desvaída
parecida al tedio o al dolor
si se supiese cómo
serlo...
Poema
Qué es lo que somos?
Barcos que pasan uno tras otro en la noche,
cada uno la vida de las
líneas de vigía iluminadas
y cada cual sólo
sabiendo del otro que hay vida dentro de él.
Barcos que se alejan como
puntos de luz en la oscuridad,
cada uno indeciso
disminuyendo en cada lado
y todo lo demás es la
noche callada y el frío que asciende del mar.
Ratita de laboratorio
fachada - Casa Fernando Pessoa en Lisboa |
Ojalá muchas casas de artistas dieran el siguiente paso y dejaran de ser museos para convertirse en centros culturales, e invirtieran no tanto en souvenirs sino en despertar el interés de los visitantes, para llevarnos de las ciudades, además de recuerdos, proyectos de lectura. Para desear volver a Lisboa y verla con los ojos del autor, visitar su puerto y el Chiado, tomar un café, y sentir saudade en una tarde de lluvia. Para querer volver a compartir con buenas amigas las cenas y las risas, llevándose cada una el (su) mejor souvenir de Lisboa. Sin complejos.
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