Hace un par de semanas fue el
cumpleaños de mi jefe, que sabe español, y le imprimí un par de
cuentos de Eduardo Galeano para que practicara y leyera algo bonito
en castellano original. El caso es que redescubrí a este autor, que
me hizo emocionarme después de tantos años con los mismos cuentos
que leí hace tiempo pero que me siguen pareciendo geniales. Así
que, como las ratitas seguimos sin poder actualizar con lecturas del presente, aquí os dejo esta entrada
para que lo descubráis vosotros también poniéndoos como ejemplo
uno de sus cuentos más bonitos.
Eduardo Galeano es uruguayo, y se
distingue por tener un estilo muy sencillo y fácil de entender. Es
un escritor de gran compromiso político, y pone voz a los „nadies“,
a los pobres, a los niños a los que no se les deja ser niños.
También anima a vivir, y a no tener miedo; a quemar la vida, y a
encender:
El Mundo
Un hombre del pueblo Neguá, en la
costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había
contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un
mar de fueguitos.
El mundo es eso – reveló -. Un
montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia
entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes
y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego
sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena
el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no
alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no
se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Un libro de cuentos de Galeano es un
acierto siempre: para leer, para dedicar, para regalar. Galeano nos
enseña a vivir, a sentir y a pensar, y a luchar por lo que es
nuestro. A arder la vida, porque sólo hay una.
Ratita de laboratorio
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