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Puede que ya haya hablado por aquí de una lista de libros imprescindibles que me dio un profesor que ya no está y en la que sigo descubriendo tesoros: El jardín de los Finzi-Contini es uno de ellos. Está escrito en un mundo desaparecido, a un ritmo también desaparecido. Leerlo es sentir esa pérdida y la nostalgia del autor por la juventud, el amor, la belleza arrasada para siempre. Puede que alguno la lea como una novela más sobre la Segunda Guerra Mundial, pero para mí ha tenido algo especial, algo distinto: consigue que el horror se viva a través de todo lo que se ve que se va a ir para siempre y lo absurdo de todo ello.